martes, 13 de septiembre de 2011

Continuidad.

En un pequeño barrio de una gran ciudad
se hallaba de paso un adepto taoísta.
El Camino le condujo a una reunión
de varias personas contrarias al gobierno.


El noveno disidente dijo:

—Si los de abajo se mueven
los de arriba se caen.

El adepto taoísta respondió:

—Y sin embargo,
los de abajo no se mueven
por temor a carecer de lo poco que tienen
o perder lo poco que han obtenido.

Si la comida es poca,
la desean conservar para sus hijos.

Si la vestimenta es modesta,
la desean conservar para sus hijos.

Si la vivienda es pequeña,
la desean conservar para sus hijos.

La estructura social
para bien o para mal
concede propiedad y comodidad.
Para algunos cuantos
concede poder, riqueza y privilegios.

Y esas condiciones
también se desean para los hijos.

El huevo y la gallina de la condición humana:
sin el acicate de la pobreza
no es posible la ilusión de la riqueza
sin el espejismo del progreso y la superación
no son posibles el saqueo y la explotación.

Así respondió el adepto taoísta,
en aquella ocasión el agua escaseaba en la ciudad.
Doce personas le escucharon
unos estuvieron de acuerdo con lo dicho
otros estuvieron en desacuerdo con lo dicho
algunos más ni estuvieron de acuerdo
ni estuvieron en desacuerdo.

Ese es el rumbo del misterioso Tao.



No hay comentarios:

Publicar un comentario